viernes, 26 de junio de 2015

Hablar



La vida es puro teatro


Hablar es un título simple y conciso. Parece que nos lo diga todo, pero no es así: “hablar” no es un simple verbo con unas cuantas acepciones, "hablar" es comunicar, es expresar, es sentir, es todo para los seres humanos. Somos los únicos capaces de comunicarnos mediante la lengua. Nuestra forma de expresarnos puede reflejar si estamos viviendo en positivo o en negativo, también podemos detectar si estamos cabreados o estamos de buen humor. Hablar es, en definitiva, vivir, un reflejo de los errores que cometemos al no comunicarnos o al comunicarnos demasiado.

Al comienzo de la película se nos introducen diferentes personajes que comparten con nosotros historias sin sentido aparente y sin conexión alguna entre ellas, simples conversaciones cotidianas, que cualquier espectador podría presenciar en su ciudad o pueblo. Pero conforme se desarrolla el relato cinematográfico nos damos cuenta que Joaquín Oristrell nos quiere mostrar algo más profundo que un conjunto de parloteos anodinos. Nos hace reflexionar sobre la relevancia del lenguaje en nuestra vida, la importancia de la comunicación en cuanto a la relación que establecemos con los otros.

Joaquín Oristrell nos presenta una película hecha en un solo plano secuencia, dándonos una pista acerca de lo arriesgada que puede llegar a ser su apuesta. En efecto, pocos son los directores que se han entregado a un formato que parece reservado a los grandes (Orson Welles, Stanley Kubrick, Paul Thomas Anderson, Quentin Tarantino…). También tenemos otro aspecto renovador, y es que la película es el resultado de un proyecto de la escuela de teatro de Cristina Rota, en la que se pidió a una serie de actores que improvisaran a partir de unos personajes confeccionados por ellos mismos con anterioridad. Como resultado, tenemos unos caracteres reflejo de las inquietudes de los actores, que reflexionan sobre la situación actual de España y se preocupan por la crisis social y política que atraviesa el país.

Es difícil que la gente acuda a las salas para ver este tipo de cine tan “experimental”, ya que además de no tener mucha publicidad, puede causar rechazo o bien por, directamente, ser español, o bien por ser un drama y no una comedia de esas que tanto nos gustan porque nos permiten evadirnos de este mundo de mierda, sin restar importancia al hecho de que se estrenaba un “peliculón” ese mismo día: Jurassic World. En definitiva, no ha salido en el mejor momento. Como dice el refrán: “más vale caer en gracia que ser gracioso”, y esta peli ni una cosa ni la otra.


 España. 2015. T.O.: HablarDirector: Joaquín Oristrell. Guión: Joaquín Oristrell. Música: Alejandro Pelayo. Fotografía: Teo Delgado.  Productora: Canal+ España / Sabre Producciones / Aquí y Allí Films . Reparto: Goya Toledo, Marta Etura, Miguel Ángel Muñoz, María Botto, Antonio de la Torre,Raúl Arévalo, Juan Diego Botto, Sergio Peris-Mencheta, Álex García, Petra Martínez, Secun de la Rosa, Melanie Olivares, Nur Al Levi, Estefanía de los Santos,Carmen Balagué, Mercedes Sampietro, Astrid Jones, Dafnis Balduz, Juan Margallo Duración: 75 minutos. Comedia. Drama



jueves, 25 de junio de 2015

White God


El ladrido de la desigualdad
Por Pablo Redondo


Galardonada en 2014 como mejor película de la sección “Un Certain Regard” del Festival de Cannes y seleccionada para representar a Hungría en los Óscar como película de habla no inglesa, White God (Dios Blanco), es una de esas producciones fílmicas (y artísticas) que no dejan indiferente al espectador.

Los films de Kornél Mundruczó acostumbran a desenvolverse en situaciones sociales artificialmente creadas pero que representan de una forma singular realidades mundanas, dejando entrever ciertas fallas de las estructuras sociales. En esta ocasión, el director húngaro nos conduce a reflexionar sobre dos aspectos de la sociedad posmoderna que, aunque aparentemente inconexos entre ellos, resultan ser consecuencia de un mismo conjunto de normas y valores que configuran la manera en que ese hombre blanco al que alude el título tiene de relacionarse con quienes históricamente ha considerado inferiores: los grupos marginales, fuertemente determinados por rasgos étnicos, y el medio ambiente, haciendo hincapié en los animales, especialmente en los más presentes en nuestra vida cotidiana, los perros. De esta forma, similarmente a como ya hizo, aunque con fines totalmente opuestos, la multinacional Disney con la creación de su conocido personaje de dibujos animados Goofy, se establece mediante la figura de Hagen, un dócil canino cuya figura alude a la condición de sumisión del hombre negro ante el sometimiento de la raza blanca, una relación de semejanza entre ambos colectivos desfavorecidos.

White God aborda de una forma original estos dos conflictos sociales, fusionándolos en una misma historia, la de Hagen, el cariñoso perro de Lili, una joven preadolescente con padres divorciados que habita en una de las numerosas metrópolis de nuestra sociedad. En esta ciudad, las políticas restrictivas del Estado respecto a la posesión de animales, que penaliza a los dueños de cánidos que no son de raza pura, está generando una fuerte discriminación hacia los perros que no cumplen este requisito. A causa de ello, Hagen y Lili son forzosamente separados, cayendo la mascota en el abandono. La ausencia de su dueña le llevará a sumergirse en un gueto formado por perros de su misma condición, instalado en los suburbios de la ciudad, representando el comportamiento estereotipado y socialmente tachado como desviado que siguen los habitantes más desfavorecidos de estos lugares olvidados para sobrevivir ante la injusticia y la desigualdad social. De esta forma, Hagen atravesará una serie de situaciones extremas, no aptas para el público más sensible (respecto a lo que maltrato animal se refiere), con las que Mundruczó machaca al espectador hasta hacerle estremecer, llamando a gritos a la reflexión sobre los derechos animales y la relación que el ser humano mantiene con estos seres que nos acompañan en nuestro día a día, dotando a la película de un profundo sentido animalista.

En esta ciudad figurativa, configurada al puro estilo de Metrópolis (1927), pero con una mayor complejidad étnica y cultural, el odio y la humillación acumulada por los grupos marginales (de perros) estalla generando una erupción social de gran intensidad que bien puede compararse al primer estallido social de estas características que se dio allá por 1965 en el barrio de Wats, en la ciudad de Los Ángeles, al afrontarse en la película como un hecho novedoso (al ser protagonizado por perros) que deja al descubierto una crisis social de la metrópoli posmoderna que hasta el momento permanecía oculta en cierto modo. Al igual que sucede en la realidad con estos conflictos violentos, el Estado trata de sofocarlos respondiendo con una represión que incrementa la violencia del conflicto, como se demostraba en la rebelión de las banlieues parisinas de 2005, que se prolongó durante un mes. Es en este contexto en el que el film húngaro reclama la importancia del diálogo para la resolución de conflictos, e incluso se atreve a hacer un pequeño guiño al poder de influencia de la música, en el que se ha depositado la confianza en numerosas ocasiones para llevar a cabo este cometido, como en aquella emblemática ocasión en que, poco antes de estallar la Guerra del Golfo, en un momento de máxima tensión internacional, los compases de la canción Imagine, de John Lennon, sonaron en la sala en la que se reunía el Consejo de Seguridad de la ONU, aunque aquella vez la batalla estuviera perdida de antemano.

Finalmente, con la resolución de este conflicto inmediato entre el ser humano y “su mejor amigo”, culmina esta original y arriesgada película, cargada de un gran significado social, pero que, a pesar de la firmeza que posee la parte de denuncia de su argumento, flaquea en la historia paralela que vive la niña ante la ausencia de su mascota, lo que ha zozobrado las posibilidades de que esta interesante pero no imprescindible obra húngara cosechara un mayor éxito que el logrado.

 Hungría, 2014. T.O.Feher isten. DirectorKornél Mundruczó. GuiónKornél Mundruczó, Viktória Petrányi, Kata Wéber. MúsicaAsher Goldschmidt. FotografíaMarcell Rév. ProductoraCoproducción Hungría-Alemania-Suecia. RepartoZsófia PsottaSándor ZsótérLili HorváthSzabolcs ThuróczyLili MonoriGergely BánkiTamás PolgárKároly AscherErika BodnárBence CsepeliJános Derzsi. Duración: 119 min. DramaTerror | Perros

domingo, 21 de junio de 2015

Jurassic World




Decidme que todo ha sido una broma


Como muchas personas de mi generación, he crecido disfrutando con las continuas reposiciones de Jurassic Park en la televisión. Por ello, cuando supe del estreno de Jurassic World de inmediato me asaltaron las ganas de verla, no porque hubiera leído ninguna crítica que la ensalzara, ni porque el tráiler me cautivara, sino por la oportunidad de volver a la isla Nublar veintidós años después de lo ocurrido en la saga original.

Ahora bien, apenas comenzada me di cuenta de que ya no era lo mismo. Parte de la culpa la tuvieron los personajes. No esperaba unas caracterizaciones “Dardenne” pero menudo desfile de estereotipos: que si la tía adicta al trabajo (a la que se la soplan los sobrinos pero luego llora cuando ve a un dinosaurio languideciendo, precisamente de esos a los que somete en su parque de atracciones); la madre con problemas en su matrimonio que se desvive por sus hijos (pero el final happy happy que no falte); el adolescente insoportable (lo que tenemos que aguantar a lo largo de la película, menos mal que no se cruza ninguna muchacha durante la persecución, que si no los deja a todos ahí plantados); el guaperas machote que lo mismo sirve para un roto que para un descosido; el malo malísimo obsesionado con la guerra que no para de rondar a los raptores (qué pasará, qué pasará…); el niño repelente y sensible que vomita incansablemente datos acerca de todo cuanto se encuentran… Y qué decir del guión, a la altura de los personajes en cuanto a previsibilidad: más de una vez no pude contener la risa ante unos diálogos a los que perfectamente podías jugar a anticiparte, como hice yo.

En cuanto a los dinosaurios, el abuso de CGI (y lo que conlleva) es sangrante. Todo lo que en Jurassic Park era inocular el miedo en el espectador a través de la sugerencia (mítica la persecución del T-Rex reflejada en el espejo retrovisor), en Jurassic World es un “a ver quién la tiene más grande”: lo mismo te encuentras a los dinosaurios (eternamente cabreados: o no les dan de comer, o los atizan a escondidas, si no no se explica) corriendo, saltando o volando que intentando follarse a un helicóptero.

El ritmo de la película también me ha parecido un desastre: escenas completamente prescindibles que se alargaban hasta la extenuación, explicaciones de lo más básicas en que asimilaban el comportamiento de los dinosaurios al de un animal de compañía algo salvaje, esa ridícula carrera en tacones delante de un T-Rex (????)… Y ya en la categoría de fallos argumentales, no podía faltar el amorío entre los guaperas, que después de más de una hora agotando nuestra paciencia con sus tonteos varios, no podían elegir otro momento para darse el lote que ese en el que los dinosaurios voladores se están cargando a la mitad de los visitantes. Yo es que no entiendo nada.

Lo único que salvaría de la película, los pequeños homenajes a Jurassic Park, sobre todo el del operario friki con la camiseta comprada por eBay que escandaliza a Bryce Dallas Howard (¿humor negro? ¡que dimita!) y, cómo no, el de la entrada en el parque con el tema original de la película sonando de fondo, que hará las delicias de los nostálgicos.



Y, bueno, también quería hacer un par de comentarios sobre el final ((ALERTA SPOILER))



¿Por qué narices me recuerda tanto a la escena de Cómo entrenar a tu dragón II en la que Desdentao tiene que comunicarse con sus congéneres para convencerlos de que no arremetan contra los humanos y permitir que, así, todo vuelva a la normalidad? ¿A qué genio se le ocurrió que sería una buena idea que los raptores, dóciles como perritos, hicieran de renos alrededor de un Chris Pratt montado en moto con cara de malote?



 Estados Unidos. 2015. T.O.: Jurassic World. Director: Colin Trevorrow. Guión: Colin Trevorrow, Rick Jaffa, Amanda Silver y Mark Protosevich. Música: Michael GiacchinoFotografía: John SchwartzmanProductora: Amblin Entertainment y Universal Pictures. Reparto: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Ty Simpkins, Nick Robinson, Vincent D’Onofrio. Duración: 124 minutos. Ciencia ficción. Aventuras. Secuela. Dinosaurios. 3-D.

martes, 16 de junio de 2015

Phoenix




Las dos caras del absurdo
por Alba Varón



Aun siendo la ganadora del FIPRESCI en el Festival de San Sebastián del 2014 y alabada por la mayor parte crítica, Phoenix, del director alemán Christian Petzold, consiguió ahogar gran parte de mis expectativas sin ningún esfuerzo. De una premisa que daba mucho juego a la imaginación del espectador a costa de restar fuerza a la verosimilitud, nace una propuesta curiosa y enigmática. Una joven cantante judía con la cara desfigurada tras su paso por Auschwitz renace de sus cenizas e intenta reconstruir su vida como si nada hubiera ocurrido. Ante esta historia de renacimiento tan merecedora de ser contada se impone un ritmo lento y una falta de verosimilitud importante. ¡Pero si es ficción!, dirán algunos. La buena ficción se logra mintiendo al espectador de manera sutil, engañándole y absorbiéndole en un mundo imposible con mecánica posible. La mala ficción, como en este caso, roza el ridículo.

Nos encontramos ante una película en la que no te crees nada. Las acciones de los protagonistas no tienen ni pies ni cabeza, hay personajes que aparecen y desaparecen sin explicaciones y muchas suplantaciones de suplantaciones de identidad. Queda claro que el rechazo a la verdad por parte de aquellos que cometieron tales atrocidades es la gran metáfora de la película. Todos los personajes pretenden olvidar el pasado y regresar a la Alemania de antes de la guerra, sin odio, sin venganzas, sin traiciones. El marido se encuentra con Nelly (la protagonista), a quien llama por su verdadero nombre y conserva la misma voz, piel y ojos, y él no quiere creer que es la misma, o lo que es peor, quiere hacer pasar a esa señorita por su mujer. Los guionistas (Christian Petzold y Harun Farocki) someterán a este juego al espectador con la esperanza de que no se termine cansando. Vanas esperanzas. Y si encima nos topamos con una mujer que después de haber sufrido en sus carnes los horrores de la guerra, desea ser de nuevo vapuleada psicológicamente por el hombre que ama... No, que esto no lo haría ni la persona más buena del mundo. Una cosa es perdonar y otra muy distinta es someterse a la misericordia.

Pero no todo es malo. El director de fotografía (Hans Fromn) logra plasmar el ambiente decadente y derruido de la Alemania de posguerra. El bar llamado “Phoenix” escondido entre las ruinas de la ciudad nos muestra la capacidad de superación y desafío del ser humano ante el horror. Resurge de sus cenizas una nueva Alemania, borrando cualquier resquicio de barbarie, aunque el paisaje de alrededor grite lo contrario. A esto se le suma un final conmovedor (aunque bastante predecible) en el que la imagen del fénix que echa a volar cobra sentido. Un final abierto a interpretaciones: entre la esperanza y la venganza. Aunque después de tan incierta historia me esperaba un final irónico en el que el director alemán sonriera ante la cámara y nos dijera a todos los espectadores que habíamos presenciado una gran broma y que ahora comenzaría la verdadera trama de la película.


Alemania. 2014. T.O.: PhoenixDirector: Christian Petzold. Guión: Christian Petzold y Harun Farocki Música: Stefan WillFotografía: Hans Fromm. Productora: Schramm Film Koerner y Weber. Reparto: Nina Hoss, Ronald Zehrfeld, Uwe Preuss, Nina Kunzerdorf, Muchael Maertens.Duración: 98 minutos. Drama. Holocausto. Nazismo.



viernes, 5 de junio de 2015

Återträffen (The Reunion)


En la invitación decía: “Es una fiesta”
por Laura Montesinos.


Una reunión de antiguos ex compañeros de clase le sirve de premisa a la sueca Anna Odell para dar rienda suelta a su particular venganza personal contra un terrible pasado de acoso escolar con sobrados tintes autobiográficos. De esta guisa comienza la cinta.

Pongámonos ahora en antecedentes. Anna Odell es más conocida en Suecia por ser una polémica artista cuyo proyecto de fin de carrera, allá por el año 2009, consistió en fingir un estado psicótico en plena calle para que la ingresaran en un hospital psiquiátrico, donde la ataron a la cama y la sedaron con psicofármacos. La finalidad de la performance, según cuenta ella misma, consistía en debatir cuánto se pueden forzar los límites de lo ético en nombre del arte. Conseguida o no la finalidad, trascendencia pública tuvo el numerito en Suecia.

The Reunion (Suecia, 2013) su debut cinematográfico y que ella misma escribe, dirige y protagoniza, sigue plagado de polémica. Dividida erróneamente en dos mitades (os invito a adivinar por qué), el trabajo de la sueca explora la idiosincrasia del comportamiento humano y la forma en que determinados actos cristalizan en dinámicas de poder destructivas.

Una obra de diabólico trasfondo social con personajes bien perfilados en sus roles de manipuladores y manipulados, que ahonda sobre hechos que suceden a diario y que la mayoría preferimos obviar, o al menos no hablar de ello, porque nos desagradan demasiado. Un retrato afilado sobre la hipocresía social y los traumas que se ocultan bajo la superficie de la piel, que logra violentar al espectador y revolver su conciencia a golpe de discurso. 

Es de destacar la impresionante escena inicial en la que Anna saca a relucir mediante una estudiada e incisiva parrafada que dejaría sin aliento al propio Haneke, todos los trapos sucios de su etapa escolar ante la perplejidad de los asistentes a la fiesta, repartiendo a diestro y siniestro puñaladas de realidad de la manera más cívica y aterradora posible, y provocando una especie de amnesia colectiva en la que ninguno quiere aceptar ni recordar lo que hizo. Un derechazo tras otro de crueldad marca Solondz (Welcome to the Dollhouse, Happiness, Storytelling) con olor a chamusquina, filmado con pulso firme y que necesariamente evoca el Festen de Vinterberg, aunque en clave amateur.

La cinta funciona como una imparable máquina engrasada los primeros cuarenta minutos pese a la artificiosidad de algunos diálogos. Después, coincidiendo con la segunda mitad, pierde toda esencia. 


Suecia. 2013. T.O.: Återträffen. Director: Anna Odell. Guión: Anna Odell. Música: Laurie Anderson. Fotografía: Ragna Jorming. Productora: French Quarter Film. Reparto: Anna Odell, Sandra Andreis, Kamila Benhamza, Anders Berg, Erik Ehn, Niklas Engdahl, Per Fenger-Krog, Robert Fransson, Sara Karlsdotter, Henrik Norlén, Cilla Thorell, Malin Vulcano. Duración: 88 minutos. Drama. Acoso escolar. Cine dentro del cine.

jueves, 4 de junio de 2015

Mad Max: Furia en la carretera



Cenit postapocalíptico

por Fco. Javier López


Cuando se reinventa una franquicia ochentera hay que andarse con ojo. El precedente no juega a su favor: en su mayoría, retornan a nuestras pantallas con mucho bombo, poca cosa que contar y miles de nostálgicos decepcionados. El mismísimo George Miller pecó al exponer su Mad Max a las demandas comerciales de una época en el culmen de su trilogía de oro. Mad Max: Más allá de la cúpula del trueno (1985) optó por comulgar con el "estilo Spielberg" que monopolizaba sin piedad el cine palomitero de entonces, relegando una de sagas de acción más kitsch y únicas de su tiempo a un producto impersonal y tristemente accesible.

Ya han pasado treinta años desde entonces, y la sintomática del -mal- blockbuster actual aún guarda algunos de los tics de aquella época. Aun así, Miller hace oídos sordos y, muy seguro de sí mismo y su producto, decide lanzar a las salas la cuarta parte de su ópera postapocalíptica. ¿El resultado? Un portento.

Mad Max: Furia en la carretera (2015) es una película sobre la que cuesta discurrir. Cuesta, en primer lugar, porque hacía tiempo que no nos enfrentábamos a un realizador con tanto que decir y aportar sobre el medio en el cine comercial. Miller sabe lo que se hace, y es difícil aportar algo en el medio escrito porque su visión es prácticamente irrebatible: es un esteta conceptual, un tipo que conoce y ama el lenguaje del medio y lo aprovecha hasta sus últimas. La película va definiéndose en imágenes (¡y qué imágenes!), haciendo evolucionar a sus personajes por sus actos (imponente esa Imperator Furiosa y su cuadrilla) y consumando sus arcos en enormes secuencias de acción. No sólo apuesta por el lenguaje del medio y por la acción como mecanismo narrativo, sino que lo eleva a la enésima potencia convirtiéndolo en el motor principal de la trama.

George Miller comenzó este proyecto trabajando storyboards y fantaseando con potenciales planos. Se nota. Mad Max: Furia en la carretera no es sólo una nueva entrega de la saga: es la extinción de un conglomerado de sueños húmedos sobre el valor de la imagen, un festival, una celebración de todo lo que supone hacer una película de acción que se vale de ésta para construir una narrativa orgánica, potente. Se empeña en romper las reglas de sus anteriores entregas (como es habitual en la saga) sin renunciar a su legado, contando con un generoso número de referencias a las películas originales. Al usar el género y la imagen como el verdadero motor de la historia (algo que parece tan evidente y casi nadie hace), la ovación a éste es inherente y es difícil contemplar cualquier secuencia sin sentir que estás en una suerte de cenit visual y narrativo del blockbuster actual.

No tiene cabida hacer un ranking o hablar de “la mejor película de acción desde…” porque Mad Max: Furia en la carretera responde a una mirada atrás muy particular. Mejor dejémoslo en una afirmación contundente: la cantinela meta del ‘what a lovely day' no iba de farol. Merece la pena celebrar este día. 


Australia, 2015. T.O.: Mad Max: Fury RoadDirector: George MillerGuión: Nick Lathouris, Brendan McCarthy, George MillerFotografía: John SealeReparto: Tom Hardy, Charlize Theron, Nicholas Hoult, Hugh Keays-Byrne, Angus Sampson, Zoë Kravitz, Rosie Huntington-Whiteley, Nathan Jones, Riley Keough, Abbey Lee, Courtney Eaton, Josh Helman, Megan Gale, Melissa Jaffer, Stephen Dunlevy. Productora: Kennedy Miller Productions / Icon Productions. Duración: 120 min. Género: Acción. Ciencia Ficción | Futuro postapocalíptico.


miércoles, 3 de junio de 2015

Kingsman: Servicio Secreto




Nada más y nada menos que lo nuevo de Matthew Vaughn
Por Pablo J. García



Tras demostrar sus habilidades adaptando cómics con la infravalorada X-Men: Primera Generación (2011) y la más que plausible Kick-Ass (2010), Matthew Vaughn regresa a nuestras pantallas con otra historia traída del mundo de las viñetas: Secret Service. En esta ocasión se vuelve a alejar de los mutantes y los cómics mainstream para explorar otros tonos y otras historias. A excepción de su gran ópera prima Layer Cake (2004), vuelve a repetir el modus operandi que ha aplicado en sus proyectos, en el que a la dirección se suma un libreto firmado por él mismo (algo no muy habitual en el mundo de los blockbusters) y por Jane Goldman, además de su presencia en el apartado de producción. Gracias a esto y a su tremenda calidad como cineasta, Matthew Vaugnh sigue demostrando que sus películas tienen ese toque personal que permite diferenciarlo hasta el punto de ser lícito decir que hace cine de autor dentro del blockbuster. Uno de los pocos cineastas americanos, junto a Joss Whedon o Zack Snyder, que es capaz de juntar cómic y cine y convertirlo en arte.

Kinsgman: Servicio Secreto (2015) nos cuenta la historia de un joven sin rumbo en la vida (Taron Egerton) y un cuerpo ultasecreto de espionaje excesivamente formal del Gobierno Británico . Estos dos elementos, por supuesto, se cruzan en la historia, a manos de un agente interpretado por el siempre simpático Colin Firth, y más o menos ya podemos ir imaginando lo que pasa. En el cast también tenemos a una espléndida pareja de antagonistas, con un divertido y majestuosamente moderno Samuel L. Jackson como jefe y una Sofia Boutella como su eficiente guardaespaldas. La genialidad de la pareja antagonista, llevada más que nada por la interpretación de Jackson y la calidad del guión, es uno de los puntos más fuertes de la película. También destacan Mark Strong, Michael Cain y Mark Hamill (sí, Luke Skywalker. Yo ni me percaté al verla).

El desarrollo del argumento juega con las clásicas cintas de espías de traje y gabardina como James Bond; pero también con las del corte de la saga Bourne, Salt o incluso el nuevo Bond de Daniel Craig, que se alejan de esa elegancia extrema y la sustituyen por acción marcial; además de películas como Los Juegos del Hambre, El Juego de Ender, La Prueba o X-Men, porque aunque evite caer en el melodrama y el amorío juvenil, nos habla de adolescentes o jóvenes en escuelas, competiciones, grupos y procesos de selección. Un proceso que además tiene algo de esa crueldad que tienen muchos de los procesos de selección de ciertos grupos gubernamentales de élite militar. Sin ir más lejos, la última e insensible prueba es muy parecida a lo que les obligaban a hacer a los aspirantes de las SS. También caben mencionar los cameos a de nuevo X-Men, con esa forma de despegar y funcionar de la nave, y a El Resplandor y la más que archifamosa escena de Jack, el hacha y la puerta blanca.

Vaughn vuelve a enseñarnos transiciones geniales, algo en lo que ya destacó con Layer Cake, y planos aéreos tan diligentes como los que filmó en Stardust (2007). Además de importar ese toque gamberro de Kick-Ass, Kingsman también se inspira en ésta filmando unas escenas de acción muy dinámicas (con trabajadas coreografías, rápidos cambios de plano, gusto por las amputaciones) cuyo tono en ocasiones de violencia extrema no le impide a Vaughn aprovechar esta misma violencia para hacer humor y darle también matices de comicidad (algo que hace también, por ejemplo, Quentin Tarantino). Especial relevancia tiene cierta escena situada por el desenlace, de la que no quiero contar mucho; solo diré que está filmada a modo de plano-secuencia y que lo que sucede te deja entre boquiabierto y molesto. Es precisamente la congruencia entre el cómo y el qué lo que la hace sencillamente espectacular. Algo que hace muy bien este director, por ejemplo también con la escena inicial, donde únicamente con planos ya nos dice lo secretas, exquisitas y lejanas que son las encomiendas de los Kingsman.

Una película divertida y más que recomendable para aquellos a los que les gusten los cómics, los cómics sin superhéroes, el cine comercial de calidad o simplemente el buen cine. Nada más y nada menos que lo nuevo de Matthew Vaughn.


Reino Unido, 2015. T.O.: Kingsman: Secret ServiceDirector: Matthew VaughnGuión: Matthew Vaughn, Jane Goldman (Cómic: Mark Millar, Dave Gibbons)Fotografía: George RichmondReparto: Colin Firth, Taron Egerton, Samuel L. Jackson, Mark Strong, Michael Caine, Sofia Boutella, Sophie Cookson, Mark Hamill, Jack Davenport, Tom Prior, Neve Gachev,Alisha HengProductora: Twentieth Century Fox Film Corporation / Marv Films / TSG Entertainment Duración: 129 min. Género: ThrillerAcciónComedia | EspionajeCómic