Última pista: conclusión
Por Alba Varón
"Nunca hay que dejarse nada a medias. Aunque no nos esté gustando el resultado. No hay que abandonar esta vida, sin dejarlo todo concluido"
Sherlocks
Holmes ha habido muchos en la pantalla de cine. El curioso personaje creado por
la pluma de Arthur Conan Doyle ha dado mucho de que hablar en su más de siglo y pico de
vida. La conocida última adaptación del detective de Baker Street, la cual le
ha llevado a la fama actual (más aún si cabe) y que le ha dotado de un
atractivo curioso gracias al peculiar físico de Benedict Cumberbatch ha sido la reconocida serie “Sherlock”. Pero el director Bill Condon realiza algo
innovador con el personaje. Retrata en “Mr Holmes”, la fuerza (pasada y
presente) de un hombre en la vejez que pierde lentamente su memoria y al que le
ha abandonado su único y mejor amigo. Esta progresiva pérdida de su capacidad
mental, lo cual le define como personaje de ficción y como ser humano es el drama
que rodea a la película. Con 93 años, Holmes se ha mudado a una granja de
Sussex donde vive con una sencilla ama de llaves y con el hijo de esta.
Ya
en una edad tardía, Ian Mc Kellen ha interpretado en el cine alguno de los
personajes más reconocidos y carismáticos, consiguiendo grabarse a fuego en
nuestros recuerdos más infantiles y juveniles. Su interpretación de Sherlock
Holmes es soberbia. Un personaje gruñón y despótico que odia lo que se dice o
se cree de él a consecuencia de lo que su compañero (Watson) ha escrito en sus
historias. El verdadero Holmes no desea ser reconocido gracias a su personaje.
En muchas ocasiones se toma a risa (como la escena en el cine, donde el actor Nicholas Rowe, que interpretó en 1985 al joven Sherlock en "El secreto de la pirámide" interpreta de nuevo al detective, esta vez ya adulto, en su último caso) lo que la
gente cree a pies juntillas de él y en otras se enfada ante la farsa de su estereotipada
imagen. En la granja entablará una
curiosa y tierna relación con el hijo de su ama de llaves, un chico inteligente
y perspicaz que cuida y protege con él a
las abejas de la granja. Gracias a esta relación mostrará la ternura del ogro, la cual puede llegar a ser la mejor de las ternuras.
La
historia se desarrolla desde la escritura de su propio diario y de lo que poco
a poco se va acordando del último caso que resolvió en Londres, aquel que le hizo abandonar la ciudad y
no volver a trabajar de detective nunca más. Los flashbacks son el punto de
apoyo de la película, y gracias a estas rápidas iluminaciones de memoria,
observamos un seguimiento pausado y desestructurado de la historia. Es curiosa
que una película en la que apenas hay acción no resulte aburrida. Así
que en la trama no encontramos una acción de ritmos trepidantes, un caso
enigmático y súper curioso por resolver y un protagonista altamente estereotipado, sino que para nuestro agrado nos toparemos
ante un producto elegante, de gran calado emocional, sostenido por maravillosas
interpretaciones. Bill Condon ha filmado un humilde y digno homenaje a una de las grandes figuras literarias de todos los tiempos. Que esta película nos sirva para leer o
releer a Arthur Conan Doyle y disfrutar una y otra vez de sus historias.
Porque siempre la ficción es realidad y la realidad supera a la ficción.
Nunca me han gustado las novelas negras, ni las historias de detectives. Aunque este juego metaliterario me conmueve. Prometo echarle un ojo. Eso sí, me cuesta imaginar a un Sherlock humilde.
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