domingo, 27 de septiembre de 2015

La visita





Abuelita, abuelita

Por Federico Gadea 


¡Vuelve  M. Night Shyamalan! Puede que para muchos esto no sea una noticia de relevancia, puede incluso que suponga algún que otro bostezo en muchas salas de cine, pero tras una tediosa cartelera de verano sin pena ni gloria, el otoño parece aguardar sorpresas. Director fetiche para muchos, director estrafalario que no supo gestionar la fama alcanzada tras El sexto sentido para otros, lo cierto es que para bien o para mal no suele dejar indiferente con ninguno de sus films, produciéndose esa relación de amor /odio como sucedió con The Village  (La aldea) o La joven del agua, película estrafalaria donde las hayas a pesar de querer salvar su mensaje metafísico de que todos tenemos un papel.

Pues sí, ha vuelto y esta vez con La visita, una película de la que no podemos, ni queremos tampoco “desvelar” demasiado, ya que romperíamos su magia, su bucólico encanto, en definitiva no puede pasar eso de “¡Bruce Willis está muerto!”. Para los recelosos, vale puede que la idea no sea la más original del mundo, unos niños que van de visita a ver a sus abuelos durante una semana a las afueras, suena tópico ¿verdad? Para quienes hayan podido ver el tráiler, puede que les recuerde al conocidísimo cuento de Hansel y Grettel, con su famosa frase de “métete en el horno”. Hasta ahí de acuerdo, pero lo realmente atractivo y cautivador es el tratamiento de dicha idea, hecho por el cual hace que este director vuelva a superarse a sí mismo. Un film encubierto en un POV (point of view) pero no de esos mareantes  tipo Cloverfield los cuales hacen que nos arrepintamos de haber comprado un cubo de palomitas. No, se trata de un falso documental que no es mas que una brutal y original excusa para la plasmación de algunos pequeños toques de genialidad como es la utilización del metalenguaje, un homenaje al cine a través del cine. La niña, es en realidad ese pequeño cinéfilo, que no director frustrado, que albergamos dentro, un homenaje a la poética, a ese amor por el cine clásico, a ese espectador con el que se puede jugar como decía Hitchcock, pero que a la vez lo convierte en sujeto activo como enuncia una de las normas  dentro de La visita “no podemos participar sino salimos en escena”.


Ahí es donde viene lo subversivo, en ese tratamiento sutil, nada forzado en el cual el espectador es partícipe de la acción, donde es cogido de la mano y acompañado en todo el trayecto y no lanzado a escena de un burdo empujón. Es destacable, además de la fotografía, con ese paisaje bucólico anclado en el tiempo, unas interpretaciones nada desdeñables sobre todo las de los pequeños, sin desprestigiar a los queridos y pintorescos abuelos. Puede que sí, que Shyamalan haya vuelto y esperamos que esta vez sea para quedarse, pero en ese cine que tanto nos gusta, como en este caso con largas escenas en silencio a lo Funny Games esperando con nerviosismo a que pase algo, con contrapuntos transgresores ya sea a través de su banda sonora o la acción que rompa la tensión, una tensión que resulta ser como una montaña rusa de adrenalina bien jugada, sin resultar para nada plana, con chistes absurdos de por medio que descolocan totalmente para volver a crearla, subiendo y bajando el tono, dejando al espectador en muchas ocasiones al borde del horror, susurrándole “todavía no”. Ahí es donde se denota el mimo y el trabajo, en tomarse la molestia de ir creando poco a poco una atmósfera, en forma de niebla que envuelve, una atmósfera embaucadora y silenciosa que tan solo es interrumpida por una cantidad de gritos justa y necesaria. Tan solo dejad que se apaguen las luces y que os envuelva, son 94 minutos de atracción.

 Estados Unidos. 2015. T.O.: La visita. Director: M. Night Shyamalan EFotografía: Marise Alberti  Productora: Blumhouse Productions. Reparto: Olivia de Jonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Peter Mc Robbie, Kathtryn Hahn  Duración: 94 minutos. Te. Comedia de terror. Falso documental. 


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