Borrar, borrar y
borrar
por Alba Varón.
Después de esto creo que mis
pesadillas son sueños maravillosos. Quizá no la haya entendido,
quizá sí. Cabeza borradora, del aclamado y odiado director
David Lynch podrá no gustarte, pero no te dejará indiferente. Si lo
que se proponía era hacer vomitar al espectador, conmigo casi lo
consigue. Lo que no quiere decir que sea malo. Tan insensibilizada
estoy ya que solo las películas con escenas verdaderamente crueles
(concretando el significado de la palabra) o asquerosas (también
matizando el significado) pueden revolverme el estómago. Cabeza
borradora lo ha logrado. Como tengo poco tiempo para utilizar la
televisión del salón, la vi alrededor de las ocho y pico de la
mañana, grabada del canal TCM (arriba la publicidad al canal que
tantos buenos momentos me ha dado), lo que me llevó a tener un día
de mierda y a experimentar toda clase de pesadillas a lo Marilyn
Manson por la noche. Después de esta preciosa película se me pasó
por la cabeza ponerme a escuchar la discografía de Rammstein para
terminar perturbada lo que quedaba de semana. Lo de Rammstein no era
por nada, me acordé de que en la incomprendida película Corazón
Salvaje, Lynch utilizaba a estos señoritos de traje y
corbata para la banda sonora. Ahora todo encajaba. Si el universo de
Cabeza Borradora te lleva a querer escuchar todo tipo de género industrial es por algo, porque ambas cosas te transmiten
miedo. Lograr transmitir miedo es un arte. Y que me dé miedo algo
solo lo logran dos cosas: los humanos y los aviones. Por eso es tan
espeluznante observar cómo Lynch juega con las pesadillas humanas a
ese nivel de genialidad y a modo kafkiano. Era la película preferida
de Kubrick, por algo será.
La película nos ofrece
un lápiz y una goma para borrar algunas partes de nuestra memoria.
El deseo de omitir la voz de nuestra conciencia después de cometer
un acto moralmente cuestionable. Esto es lo que desea el
protagonista, borrar borrar y borrar. Eliminar de su vida ciertos
momentos que jamás deberían haber sucedido. Pero no lo logra y ahí
comienza su frustración. Aparecen una y otra vez sus pesadillas,
pulsiones reprimidas, el dolor. Quien no sienta todo tipo de
sensaciones al ver a la mujer del radiador o a ese feto tan asqueroso
que a mí ni se me acerque. Porque aparte de estar asfixiándome
durante todo lo que dura la película, experimenté un sentimiento de
angustia espantoso cada vez que salía cualquier personaje en la
pantalla. El actor que hace de Henry está genial, mirad qué ojitos
pone cada vez que ve a su nene, es tremendo. Y qué decir de la música. Creo que la película no tendrá ni más de diez minutos de diálogo,
pero la música actúa como un personaje más. Corrosiva, al igual
que las paredes de los edificios por los que deambula Henry al
comienzo, y hermética, como esa especie de planeta/luna que es su
mente enferma.
Después de ver Cabeza Borradora creo entender lo
que es el infierno o, lo que es peor, que el infierno está dentro de
nosotros.
Estados Unidos, 1977. T.O. Eraserhead. Director: David Lynch. Guión: David Lynch Música: Peter Ivers. Fotografía: Frederick Elmes. Reparto:Jack Nance, Charlotte Steward, Allen Joseph, Jeanne Bates, Judith Anna Roberts, Darwin Joston. Productora: The American Film Institutess. Duración: 90 minutos. Género: Fantástico. Drama. Cine experimental. Surrealismo.
Estados Unidos, 1977. T.O. Eraserhead. Director: David Lynch. Guión: David Lynch Música: Peter Ivers. Fotografía: Frederick Elmes. Reparto:Jack Nance, Charlotte Steward, Allen Joseph, Jeanne Bates, Judith Anna Roberts, Darwin Joston. Productora: The American Film Institutess. Duración: 90 minutos. Género: Fantástico. Drama. Cine experimental. Surrealismo.
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