miércoles, 30 de diciembre de 2015

Stoker

Lo que la familia esconde

por Alejandro Arrabales



Park Chan-Wook la ha vuelto a hacer. Los que seguimos los proyectos de este aclamado director surcoreano, hemos aprendido a lidiar con lo delirante; pero también, y sobre todo, a evitar caer en el limbo del escándalo fácil ante las narraciones que nos brindan sus metrajes, tan abruptas como desprovistas de un fin último del que sujetarse.

Stoker (Park Chan-Wook, 2013) sigue la estela de otras historias del mencionado cineasta, como viene a ser, principalmente, su recurrente trilogía de la venganza, trilogía en la cual sobresale su magnífica Old Boy (2003), de la que ya tuvimos ocasión de hablaros. Y ello lo materializa haciendo gala del envoltorio típico de todas sus creaciones; esto es, presentándonos relatos rocambolescos y personajes desquiciados, que causan en el espectador una especie de sensación encontrada, a caballo entre el rechazo más hondo y la curiosidad más morbosa.

Sumergiéndonos de lleno en este pozo sin fondo de emociones, nos hallamos ante una familia sumida en la más aciaga desgracia, y ello debido a la pérdida de la figura paterna (Dermot Mulroney). Tras la terrible muerte del hombre, quedan viviendo en el hogar familiar la impasible  hija adolescente, India (Mia Wasikowska), que acaba de cumplir 18 años, y la  bella y desolada madre (Nicole Kidman). Sorpresivamente, en el funeral aparece el tío Charlie (Matthew Goode), cuya existencia era desconocida hasta entonces para India, y cuya llegada ocasionará un aluvión de revelaciones y sucesos fatales para el dúo de féminas.

Como es costumbre en el cine de Chan-Wook, esta fábula macabra destaca más por sus artificios formales y por sus florituras de encaje que por  un fondo sustancial que la dote de sentido. Efectivamente, el espectador que trate de sonsacar un doble mensaje a la sucesión (i)lógica de secuencias, no encontrará más que una insana sensación de impotencia. En este sentido, a lo largo del film se presentan momentos de una poética muy sutil y efímera, si bien ello únicamente en el plano visual que, no obstante, deja un regusto final más agrio que dulce.

La faceta interpretativa, por su parte, es uno de los aspectos más destacables de este film. Es difícil no reparar en el semblante imperturbable y apático de India, una constante de principio a fin de la narración, pero que a su vez esconde, como si de una “matrioska” se tratara, una profundidad emocional blindada de forma inspiradora, combinación que se deja ver notablemente al trasluz. Y qué decir del carácter tan oscilante y de vaivenes imprevisibles de la madre, dramatizado de una forma correcta por Kidman. Pero si hay algo que ha calado en las entrañas de un servidor es el personaje del tío Charlie; en pocas ocasiones una sonrisa me había causado tanto pavor como la mostrada por Goode, que logra encarnarse en su papel de sujeto desprovisto de valores morales. Sin olvidar las tensiones psicológicas (e impulsivas) generadas en la interrelación de este trio protagonista, en una puesta en escena que no peca de sobriedad.

Eso sí, qué magnífica es la fotografía del film, de la mano de Chung Chung-hoon. Es uno de los mayores atractivos de este proyecto y, en mi humilde opinión, el motivo causante de que nos sometamos a la ensoñación de esta visceral locura cinematográfica. La banda sonora tampoco tiene desperdicio, de la mano de Clint Mansell, con cortes evocadores y sinuosos, como el sugerente “Summer Wine” de Nancy Sinatra y Lee Hazlewood.

En definitiva, Stoker no es un thriller al uso ni tampoco una narración convencional. Es más, no cabe duda de que traza una nueva forma de hacer y de ver cine, y lo hace desdibujando los contornos de la cordura y de la lógica, e invitando al espectador a adentrarse en el terreno hostil de lo imposible. 


 Estados Unidos. 2013. T.O.: Stoker. Director: Park Chan-Wook. Fotografía: Chung Chung-hoon. Productora: Fox Searchlight Pictures // Scott Free ProductionsMúsica: Clint Mansell. Reparto: Mia Wasikowska, Matthew Goode, Nicole Kidman, Jacki Weaver, Dermot Mulroney, Lucas Till, Ralph Brown, Alden Ehrenreich, Phyllis Somerville, Wendy Keeling, Lauren E. Roman, Tyler Von Tagen, Judith GodrècheDuración: 98 minutos. Intriga. Thriller. Thriller psicológico. Drama psicológico. Familia.



domingo, 25 de octubre de 2015

The Martian






  Optimismo espacial
por Alba Varón

Esperaba otra cosa. Sí, no sé porqué, pero viniendo del director de Alien, el 8º pasajero (1979) y Blade Runner (1982), y con ese título de The Martian esperaba la aparición de vida alienígena. Marcianitos, vaya. Partiendo de que mis expectativas no iban a ser cumplidas asumí que debía prestarme al juego comercial del director y disfrutar de lo que me ofrecería la peliculita.

Todo el mundo sabe de las maravillosas creaciones del comercial Ridley Scott y de cómo no ha logrado llegar a semejante altura en sus actuales películas. Muchos años ya desde aquel entonces (exceptuando quizá American Gangster (2007). En este caso se ha basado en la  novela de Andy Weir The Martian, publicada en 2011. Con el "escaso" presupuesto de 110 millones de dólares y de la mano del guionista Drew Goddard, realizador de La cabaña en el bosque (2012) debería dejar con la boca abierta cual Interestellar (2014), de la cual inevitablemente se deberá comparar por cercanía temporal.

Nos encontramos en un futuro cercano en el que el hombre ya ha llegado a Marte. El astronauta Mark Watney, por causas un poco inciertas pero bien explicadas por los guionistas, se queda en el planeta después de ser abandonado por su tripulación tras una tormenta. Cualquiera pensaría que va a morir, obviamente. Pero ¡ojo!, da la casualidad de que este hombre es biólogo, físico, mecánico y un largo etcétera. Sí, tiene muchas posibilidades de sobrevivir en un planeta en el que jamás se ha cultivado nada, no hay oxígeno y es imposible establecer comunicación con la Tierra. Pero el protagonista se enfrentará a una serie de peripecias que solventará como un hombre tan práctico como él pueda. Matt Damon logra transmitir el optimismo y la alegría del protagonista, quizá peca demasiado de ser tan alegre en un planeta donde estará en soledad durante años, pero a ver, pensémoslo, hay gente así por el mundo, por lo tanto, vamos a creerlo un rato. A pesar de ser todo un experto, resulta que no se toma en serio nada.

Tanto la impactante fotografía de Dariusz Wolski, la banda sonora de Harry Gregson-Williams, acompañada de las canciones disco de los setenta al estilo ABBA o el maravilloso diseño artístico de los interiores de la nave de la NASA son algunos grandes aciertos que nos permiten disfrutar de una estupenda y amena experiencia para los sentidos.

Pero claro, no le pidamos de todo al pobre Scott, el personaje no nos transmite ese miedo a la inmensidad del espacio o tampoco empieza a embaucar con no creíbles paradojas temporales, extrañas y magníficamente increíbles al estilo Nolan. No, aquí la parte de “hombre-solo-en-un-planeta-nuevo” casi se olvida y se aumentan las explicaciones científicas, tanto que hasta al final te crees que algo imposible pueda ser verdad (no como en Nolan, claro). La película pierde bastante ritmo cuando la acción se traslada a la Tierra, explicando continuamente al espectador cómo van a rescatar al pobre astronauta. No me convencen del todo los secundarios, exceptuando a la magnífica y férrea capitana de la nave espacial que abandonó al protagonista en Marte. Jessica Chastain lo borda, como siempre, llega a transmitirnos el carácter de hierro del personaje y sus hondas preocupaciones.

Pese a todo esto The Martian es divertida, un producto comercial entretenido que te hace reír en algunos momentos por las continuas gracias de su protagonista (otra cosa es ya darle el Oscar como he leído por ahí), pero que no ahonda en la vertiente más profunda de estar completamente incomunicado en la inmensidad del espacio. Aunque, claro, tampoco es esto lo que busca Scott. Y se nota.


  EE.UU.2015. T.O.: The Martian Director: Riddley Scott Fotografía: Darius Wolski  Productora: Twentieh Century Fox/Scott Free Música: Harry Gregson-Williamsm. Reparto: Matt Damon, Jessica Chastain, Kate Mara, Jeff Daniels  Duración: 142 minutos. Ciencia Ficción. Drama, Aventura Espacial.

martes, 20 de octubre de 2015

Regresión


Trastorno y Naufragio



Al fin lo hice, sí. No podía resistir la tentación que se removía en mi interior. Una semana en cartel, y Regresión (Alejandro Amenábar, 2015) ya había sido causante de una auténtica reyerta dialéctica entre los afines a la crítica cinematográfica. Un aluvión incesante de opiniones irrumpió en escena estrepitosamente, arrancándonos de nuestra ensoñación pasajera. Y es que el último film de Amenábar ha producido urticaria emocional a más de uno. 

Tanto era así, que quería comprobarlo, experimentarlo en primera persona, y así sumergirme en la vorágine colectiva que se había generado. Me juré en principio (y me perjuré al final) que no acudiría "contagiado" a la sesión, pues nunca me ha agradado posicionar mi mente en la apacibilidad que reporta la "cuarentena subjetiva". Pero, en ocasiones, bien es sabido que resulta difícil, por no decir imposible, trazar una línea divisoria tajante que separe al individuo de la opinión del grupo. Con semejante quebradero de cabeza, ocupé una butaca de un concurrido pero poco entusiasta cine de barrio. Quién me iba a decir que aquella tarde asistiría a una "revelación". 

¿Cómo describir la sensación que recorrió mi cuerpo? ¿Acaso se asemejaba a un escalofrío causado por un desaforado estupor? ¿O más bien se trataba de una indigestión con miras a desembocar en la más terrible pesadilla nocturna? En cualquier caso, de una cosa si que no me cabe la menor duda: me siento muy afortunado de haber asistido a ver Regresión, pero, sobre todo, de haberlo hecho en una sala de cine "low cost" (¡vivan estas iniciativas!). 

¿Por dónde empezar a cubrir esta llamativa y escorada peripecia? La historia nos sitúa en la región americana de Minessota, en plena década de los 90. Bruce Kenner investiga un truculento caso en el que la joven Ángela acusa a su padre de haber cometido un grave crimen, que causa en Ángela un profundo trauma. Para ello, el detective se embarca en el asunto junto con el Dr. Raines, un psicólogo experto en tratar recuerdos reprimidos. Ambos intentarán poner luces sobre las sombras proyectadas por una supersticiosa comunidad. 

Hasta aquí, uno puede sentirse atraído por la originalidad del esqueleto narrativo. Pero se queda en eso. Después la sensación se desvanece tan rápidamente como había aflorado. El guión flojea por todos los flancos; unas conversaciones "inertes", carentes de fondo, enmarcan las interacciones de los personajes; los tópicos se suceden con tanta reiteración que a más de uno le habrá supuesto una risa ahogada o un sonrojo de vergüenza ajena; hay referencias a iconografía y simbología de la que el espectador ya es experto emérito (véase, por ejemplo, la referencia a que los grupos de determinado género musical están relacionados con el satanismo; aburre). Además, en algunos instantes del film, el montaje se muestra caótico e inconexo y, en cierto modo, revelador del desenlace. Totalmente inadmisible en un thriller psicológico. 

Y llegamos al tema estrella: las interpretaciones. No me explayaré demasiado, pues lejos de mi voluntad queda el ensañamiento. No obstante, merece la pena detenerse sobre algunas "guindas" que aparecen a lo largo del metraje. Llama mucho la atención la transición psicológica tan acentuada que experimenta el personaje de Ángela (encarnado por Emma Watson), pues evoluciona de una creíble inocencia inicial a un marcado y forzado cambio de carácter, que no comentaré para los que todavía no hayan visto la película. El detective Kenner (al que da vida Ethan Hawke) es el maestro entre maestros de los tópicos: la recurrente figura del poli malo, que se rige por sus principios racionales, pero que, y al mismo tiempo, se muestra tierno y sentimental con los desamparados. Y qué decir del Dr. en psicología, ensimismado en sus teorías e incursiones científicas, interpretado de forma notable por David Thewlis. 

Pero no todo es malo en el infierno. En el film destacan algunos motivos, muy propios de la filmografía de Amenábar. De entre todos ellos, el más pronunciado es el aspecto visual, compacto y bien construido. La fotografía es impecable. En este ámbito, Regresión pone sobre la pantalla una sucesión de impactantes imágenes, que hacen honor a los clásicos del género. Y no es para menos. No recordaba haber sentido tanta tensión y malestar en meses (y ello contando con el hecho de haber visto reciente cine de "terror"); aparecen algunas escenas con las que incluso los menos susceptibles sentirán erizarse el vello. 

En fin, un largometraje en el que Amenábar peca de pretencioso, llegando, tan solo, a lo meramente aceptable. Se cuenta una historia curiosa, pero totalmente desarticulada. El artificio deja paso, en un abrir y cerrar de ojos, a la incomprensión del espectador ante lo que está presenciado. Mucho ruido y pocas nueces.  


 España.2015. T.O.: Regresión. Director: Alejandro Amenábar. Fotografía: Daniel Aranyó.  Productora: Coproducción España-Canadá; MOD/ Himenóptero/ First Generation Films/ Telecinco CinemaMúsica: Roque Baños. Reparto: Ethan Hawke, Emma Watson, Aaron Ashmore, Devon Bostick, David Thewlis, Dale Dickey, Aaron Abrams, Adam Butcher, David Dencik, Matija Matovik, Kristian Bruun, Janet Porter, Goran StjepanovicDuración: 106 minutos. Intriga. Thriller. Sectas. Años 90. Basado en hechos reales.

viernes, 16 de octubre de 2015

Getting Any?


Lo hilarante de lo absurdo, a la japonesa

    por Pablo J. García


Diecinueve años antes de dirigir su estupenda ópera prima, Violent Cop (1989), y comenzar una etapa que lo llevaría a ser uno de los gurús del cine mundial, Takeshi Kitano se hizo popular en Japón por formar parte de un grupo cómico conocido como Two Beats. Tras su disolución, Kitano prosiguió con su éxito y se convirtió en uno de los cómicos y personajes televisivos más representativos de su país gracias a trabajos como presentar el show Takeshi Castle (Humor Amarillo en España), realizar el papel principal de la serie televisiva cómica Oretachi Hyokin-zoku, o interpretar a un sargento en Merry Christmas, Mr. Lawrence (1983) del maestro Nagisha Oshima. Dada esta dedicación inicial a la comedia, puede resultar extraño que gran su cine se caracterice por una violencia sin escrúpulos y un drama melancólico, nihilista y en apariencia frío. Esto es lo que diferencia Getting Any?, una comedia de principio a fin, de casi toda su filmografía, y una de las razones que la convierten en una auténtica joya.

El film sigue una estructura muy simple. Asao, un joven cándido y bastante bobo, quiere acostarse con una chica. Durante el transcurso de la cinta, le vienen la mente varios sueños o ideas para conseguir su propósito, como tener un coche, hacerse un actor famoso o convertirse en un piloto de aviones. Éstas son de lo más improductivas, aunque a él le parezcan de una coherencia trascendental, y dividen el film varios capítulos. Cada propósito encabeza un capítulo, repleto de vanos intentos por conseguirlo. 

La película no se sustenta por su cautivador y reflexivo argumento, éste sólo una excusa para dar pie a un ritmo incesante de gags de lo más carcajeantes. No hay más pretensión argumental que la de hacer reír al espectador. No importa el qué, sino el cómo, y ese cómo es de lo más jocoso y atractivo. Los gags se suceden a un tempo trepidante, sin el silencio o los garbosos tiempos muertos habituales de Kitano. El resultado es un desfile incesante de un divertidísimo humor tremendamente absurdo con un un sabor muy nipón (los pequeños frikis/otakus que hemos mamado manga y anime, reconoceremos ese tipo de humor sin demasiado sentido que no tiene miedo al sexo ni a los pervertidos), que de alguna manera está repleto de inteligencia. 

Nos reiremos de todo, del sinsentido, de los tópicos, de los cameos a Godzilla, La mosca, Los cazafantasma, Zatoichi (personaje que años después interpretaría, escribiría y dirigiría en Zatoichi, 2003), El lobo solitario y su cachorro y muchos más. Éste es el único inconveniente de la cinta, en un contexto mundial, pues no podremos captar algunos detalles al no conocer profundamente la cultura japonesa. No obstante, en ningún caso esto impide entender las cosas ni desmerece al filme. Lo único que podrás hacer es reírte; y cuando termines esta joya infravalorada de desmerecida repercusión, sólo te preguntarás: ¿por qué Kitano no hace más cosas como ésta?

 Japón. 1994. T.O.: Minna YatterukaDirector: Takeshi Kitano. Música: Senji Horiuchi, Hidehiko Koike Fotografía: Katsumi Yanagishima  Productora: Office KitanoReparto: DankanMoeko EzawaHakuryuTokie HidariHideo HigashikokubaruYojin Hino,Beat Takeshi (Takeshi Kitano)Susumu TerajimaRen OsugiMinoru IikuzaShouji KobayashiYuuji MinakataTetsuya Yuuki.  Duración: 108 minutos. ComediaParodia. Comedia absurda

viernes, 9 de octubre de 2015

Veinticuatro ojos



Miradas vendadas


Hacer una aproximación histórica, recrear escenarios momentáneos a través de la gran pantalla, no es tarea sencilla. Conseguir reconstruir personalidades que desborden sensaciones de temor, inquietud, pesar o esperanza idénticas o, si se prefiere, comparables a las que en su día vivieron los personajes encarnados, es una cumbre al alcance de muy pocos. 

El cine japonés no es extraño a esta consideración y, muy en especial, su generación perteneciente a la segunda mitad del pasado siglo. El compromiso que muestran los realizadores de la mencionada etapa con las experiencias vividas por su nación (en concreto, en las más oscuras décadas precedentes) es una de las características más llamativas de sus carreras fílmicas. 

Este es el caso de una de las películas que más reconocimiento ha obtenido por parte de la crítica nipona (y más recientemente, también de la occidental). Nos referimos a Veinticuatro ojos (Keisuke Kinoshita, 1954). En este film, Kinoshita realiza un magnífico retrato social, tanto de una comunidad sumida en los más hondos valores tradicionalistas, como del encuentro de la misma con los avatares del pensamiento más aperturista. Efectivamente, el argumento nos lleva a la vida de una pequeña isla llamada Shodoshima en la que impera un angosto ambiente rural y costumbrista, y nos relata las consecuencias que tiene la llegada de una joven y moderna profesora de ciudad, la señorita Oishi, con el propósito de impartir clases de primaria. Y he aquí uno de los aspectos más curiosos y llamativos del film y, en mi opinión, uno de sus grandes aciertos: la confrontación entre tradición y modernidad. Así las cosas, tan pronto como la profesora entra en escena, los recelos no tardan en aflorar entre los aldeanos, fruto de ese choque de "culturas" tan pronunciado en la sociedad del momento. 

Pero Kinoshita va más allá y profundiza en las raíces del contexto. A lo largo del metraje, la génesis del drama la va perfilando a través de sus protagonistas; Oishi y sus pequeños alumnos. Es entonces cuando la temática sitúa su centro de gravedad en dos puntos clave. Por un lado, la condición paupérrima en la que se ven obligados a vivir los habitantes de Shodoshima. Por otro, los ideales y el pensamiento que presidía el mundo nipón (un exacerbado amor por la patria y un desmedido sentido del "deber" y del honor). La articulación de ambos factores es un fascinante recurso, ya que, y como podemos observar, influyen de forma decisiva en el crecimiento de los niños y determinan sus elecciones vitales, hasta el punto de terminar por conducirlos a los más fatales destinos. 

A raíz de ello, los personajes son arrastrados a (sobre)vivir en las más trágicas situaciones familiares y personales, hecho que afecta de lleno a Oishi, la cual se ve invadida por un funesto sentimiento de impotencia al comprobar que sus inmejorables intenciones poco pueden hacer para solventar los dramas que se van sucediendo. Las interpretaciones al respecto rozan la excelencia. 

Quizás, uno de los puntos flacos de la película sea una aparente descompensación en el desarrollo de cada uno de los personajes. No obstante, el guión muestra una compacta construcción, a lo que se une el uso (a modo de estandarte) de un crudo realismo social, que sirve para enfatizar el relato y hacernos partícipes del mismo. 

Sin duda, el sórdido mensaje que quiere transmitir este film, de necesario visionado para todo amante del séptimo arte (y del arte en general), es ese grito que clama contra lo irracional, contra la barbarie que puede derivarse del "ideal". Kinoshita, al igual que sus coetáneos, infunde en sus creaciones un claro cometido contra el belicismo y el imperialismo militarista (una de las mayores lacras de la historia de Japón), contraponiéndoles la razón y la educación en valores. Y lo bello de la cuestión es que acomete dicha labor mediante un gélido golpe de viento. 




 Japón. 1954. T.O.: Nijushi no hitomi. Director: Keisuke Kinoshita. Fotografía: Hiroyuki Kusuda.  Productora: Shochiku Kinema Kenkyû-jo. Música: Chuji Kinoshita. Reparto: Hideki Goko, Hideko Takamine, Yukio Watanabe, Makoto Miyagawa, Takero Terashita, Kunio Sato, Hiroko Ishii, Yasuko Koike, Setsuko Kusano, Kaoko Kase, Yumiko Tanabe, Ikuko Kambare, Hiroko Uehara. Duración: 154 minutos. Drama, Años 20, Años 30. II Guerra Mundial, Enseñanza.


domingo, 4 de octubre de 2015

Chef




Menú del día
por Miguel Ángel Gomis



Chef 2014, un largometraje donde la frescura y el sabor es el sazonador de todas sus escenas. Tras verlo como director de taquillazos como las dos primeras partes de Iron Man, Jon Favreau ha sabido crear como guionista, director y protagonista  una historia basada en la autosuperación, o mejor dicho en la autoregeneración, tras la enfermedad de la “rutina creativa” como dice el propio personaje de la película, Carl Casper, un chef arrastrado por la tortura del capital, que le lleva a obedecer ciegamente a todo aquel que proporcione cosas tan fundamentales pero a la vez triviales como el dinero, la fama y la reputación.

Gran concepto este último, pues la reputación es crucial para el protagonista, una reputación tan tambaleante como efímera en esta sociedad donde el mundo ON te puede dejar OFF en lo que se escribe un Tweet. ¡Exacto! Se trata de las amigas/arpías que llamamos redes sociales. Tratándose de unas democracias  tan crueles para las personas como beneficiosas para el ego, nunca se sabe donde pueden colocarte, pues tan rápido te acribillan como te ensalzan en el podio contemporáneo llamado “trending topic”. Mas no es tan sencillo como ser bueno o malo, pues lo que piensen los demás de nosotros importa, y quien diga lo contrario miente, el ser humano como animal que quiere sobrevivir a esta ilusión perenne llamada realidad no está preparado para interiorizar impactos negativos de nosotros mismos y menos que se viralicen nuestros errores por el ciberespacio, acaeciendo esto mismo al chef, calcinando lo poco que daba sentido a su vida.

Jon Favreau muestra a un hombre con un potencial desorbitado, una habilidad creativa cocinada en las raíces del Miami de su exmujer y de su hijo, en el profundo aroma de su América querida, en el populismo culinario, pues basa sus recetas en la búsqueda de esa cosa que representa a la población inmigrante y trabajadora, en definitiva a la clase popular que fusiona códigos de sus países de origen con los Americanos creando esa mezcla con la que se caracteriza esas tierras del sur de la América llena de "oportunidades", reflejándose en ingrediente llenos de color y música salpimentada de trompetas y saxofón. Todo ello reflejado en imágenes que ensalzan la virtud del hombre como enamorado de la vida y ladrón de lo que ofrece esta para satisfacer las demandas de los sentidos y del corazón.

La búsqueda de los sueños, la creación de los lazos y el horneado de la personalidad se refleja a través de un viaje de costa a costa de los Estados Unidos en un viejo camión de comida rodante, recurso tan utilizado desde la Odisea de Homero que huele a rancio, pero que es llevado a buen destino gracias al planteamiento ameno de las escenas y una interesante banda sonora, compuesta por sonidos latinos. Ahora, debo decir que no esperéis un guión brillante, pues la creatividad que exige Carl como artista de los fogones no la ha exigido Favreau como director y guionista de la película.

A pesar de todo ello se trata de comida ligera y refrescante para todos aquellos que quieran probar una ración de alegría:

Carl Casper Chef 2015:

“no necesito guías, necesito espacio”



  Estados Unidos. 2014. T.O.: Chef. Director: Jon Favreau. Fotografía: Kramer Morgenthau.  Productora: Open Road Films / Aldamisa EntertainmentReparto: Jon FavreauSofía VergaraJohn LeguizamoScarlett JohanssonOliver Platt,Bobby CannavaleDustin HoffmanRobert Downey Jr.Amy SedarisGarry ShandlingEmjay AnthonyMinn VoTeebone MitchellMaria F. BlancoJulian Graham  Duración: 115 minutos. Comedia, Familia, Cocina.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Mientras seamos jóvenes





 Paraíso perdido

    por Alba Varón

El director Noah Baumbach regresa a las carteleras con “Mientras seamos jóvenes”, después de dirigir la ya película de culto “Frances Ha” (2012) y la maravillosa “Una historia de Brooklyn”(2005). De la mano de dos actores tan curtidos y reconocidos como son Ben Stiller y Naomi Watts y de la frescura proporcionada por los jóvenes (Amanda Seyfried y Adam Driver), el director nos enseña cómo se afronta el paso de los años, los duros choques generacionales entre parejas, la dura nostalgia por la juventud perdida y el tambaleo de la estabilidad de una pareja felizmente casada. 

Josh (Stiller) y Cornelia (Watts) comienzan a entablar una relación con una joven pareja de modernos y esto hace que su firmemente asentado matrimonio comience a replantearse seriamente sus bases. Ambos se dejan imbuir rápidamente por la vitalidad de estos nuevos personajes y comienzan a metamorfosearse en dos seres renovados. Josh y Cornelia no desean su realidad, aquella en la que sus amigos más cercanos tienen hijos y se quedan en casa cuidándolos. El peso de la edad, los problemas de salud y la imposibilidad del regreso al paraíso perdido mantiene la atención del espectador en esta película de tintes tragicómicos. 

Gracias a la peculiar relación de la pareja adulta con estos dos apuestos señoritos, Baumbach se ayuda de pequeños gestos cínicos para criticar a la juventud veinteañera, la cual tiene gallinas como mascotas, se purifica semanalmente los chacras (o como se escriba la palabrita) reniega de la tecnología (postureo a tope de vinilos y máquinas de escribir) y carece de valores éticos a la hora de lograr sus fines. Fina crítica a lo que se conoce mundialmente por típicos hipster que se ponen la ropa de las bolsas de basura que sus abuelos tenían en el trastero, cosa que puede llegar a molar si se tiene GUSTO.

Críticas aparte, Baumbach realiza un excelente trabajo dotando a la película de un fresco guión, con unos personajes carismáticos que amenizan cada uno de los 97 minutos de la película. Al fin, se trata de un retrato del paso del tiempo que muestra de lo que se debe dejar atrás para afrontar la madurez. Hay que destacar que más allá de una simple comedia (que no es así) el director afina sus bazas entremezclando elementos del cine documental y reflexionando sobre la manera en la que este se graba. Pero no se reprocha ese último guiño a la juventud alocada que nunca se debería perder, porque si hay una cosa que hace habitualmente el ser humano, es mirar al pasado con deseos de cambiarlo. Está en nuestra esencia el deseo de revivir (o vivir) una segunda, tercera (o primera) juventud, porque todo tiempo pasado fue mejor, o no.

Estados Unidos. 2015. T.O.: Mientras seamos jóvenes. Director: Noah Baumbach. Música: James Murphy Fotografía: Sam Levy.  Productora: A24. Reparto: Ben Stiller, Naomi Watts, Amanda Seyfried, Adam Driver, Charles Grodin, Brady Corbet, Maria Dizzia, Dree Hemningway, Adam Senn, Greta Lee.  Duración: 97 minutos. Comedia dramática. Cine independiente USA.

domingo, 27 de septiembre de 2015

La visita





Abuelita, abuelita

Por Federico Gadea 


¡Vuelve  M. Night Shyamalan! Puede que para muchos esto no sea una noticia de relevancia, puede incluso que suponga algún que otro bostezo en muchas salas de cine, pero tras una tediosa cartelera de verano sin pena ni gloria, el otoño parece aguardar sorpresas. Director fetiche para muchos, director estrafalario que no supo gestionar la fama alcanzada tras El sexto sentido para otros, lo cierto es que para bien o para mal no suele dejar indiferente con ninguno de sus films, produciéndose esa relación de amor /odio como sucedió con The Village  (La aldea) o La joven del agua, película estrafalaria donde las hayas a pesar de querer salvar su mensaje metafísico de que todos tenemos un papel.

Pues sí, ha vuelto y esta vez con La visita, una película de la que no podemos, ni queremos tampoco “desvelar” demasiado, ya que romperíamos su magia, su bucólico encanto, en definitiva no puede pasar eso de “¡Bruce Willis está muerto!”. Para los recelosos, vale puede que la idea no sea la más original del mundo, unos niños que van de visita a ver a sus abuelos durante una semana a las afueras, suena tópico ¿verdad? Para quienes hayan podido ver el tráiler, puede que les recuerde al conocidísimo cuento de Hansel y Grettel, con su famosa frase de “métete en el horno”. Hasta ahí de acuerdo, pero lo realmente atractivo y cautivador es el tratamiento de dicha idea, hecho por el cual hace que este director vuelva a superarse a sí mismo. Un film encubierto en un POV (point of view) pero no de esos mareantes  tipo Cloverfield los cuales hacen que nos arrepintamos de haber comprado un cubo de palomitas. No, se trata de un falso documental que no es mas que una brutal y original excusa para la plasmación de algunos pequeños toques de genialidad como es la utilización del metalenguaje, un homenaje al cine a través del cine. La niña, es en realidad ese pequeño cinéfilo, que no director frustrado, que albergamos dentro, un homenaje a la poética, a ese amor por el cine clásico, a ese espectador con el que se puede jugar como decía Hitchcock, pero que a la vez lo convierte en sujeto activo como enuncia una de las normas  dentro de La visita “no podemos participar sino salimos en escena”.


Ahí es donde viene lo subversivo, en ese tratamiento sutil, nada forzado en el cual el espectador es partícipe de la acción, donde es cogido de la mano y acompañado en todo el trayecto y no lanzado a escena de un burdo empujón. Es destacable, además de la fotografía, con ese paisaje bucólico anclado en el tiempo, unas interpretaciones nada desdeñables sobre todo las de los pequeños, sin desprestigiar a los queridos y pintorescos abuelos. Puede que sí, que Shyamalan haya vuelto y esperamos que esta vez sea para quedarse, pero en ese cine que tanto nos gusta, como en este caso con largas escenas en silencio a lo Funny Games esperando con nerviosismo a que pase algo, con contrapuntos transgresores ya sea a través de su banda sonora o la acción que rompa la tensión, una tensión que resulta ser como una montaña rusa de adrenalina bien jugada, sin resultar para nada plana, con chistes absurdos de por medio que descolocan totalmente para volver a crearla, subiendo y bajando el tono, dejando al espectador en muchas ocasiones al borde del horror, susurrándole “todavía no”. Ahí es donde se denota el mimo y el trabajo, en tomarse la molestia de ir creando poco a poco una atmósfera, en forma de niebla que envuelve, una atmósfera embaucadora y silenciosa que tan solo es interrumpida por una cantidad de gritos justa y necesaria. Tan solo dejad que se apaguen las luces y que os envuelva, son 94 minutos de atracción.

 Estados Unidos. 2015. T.O.: La visita. Director: M. Night Shyamalan EFotografía: Marise Alberti  Productora: Blumhouse Productions. Reparto: Olivia de Jonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Peter Mc Robbie, Kathtryn Hahn  Duración: 94 minutos. Te. Comedia de terror. Falso documental. 


miércoles, 23 de septiembre de 2015

Borgen





Una lección de (buena) política
Por Davina Santos.


“¡Hey! ¿Qué te parecen los resultados de las últimas encuestas sobre las generales? Tanto revuelo para que todo siga igual, si ya lo decía yo. ¿Y lo del núcleo irradiador de Errejón? Qué gracia me hace ese chiquillo”. Sin duda, la política está de moda, y los productores lo saben: House of Cards y El ala oeste de la Casa Blanca son solamente algunas de las series que han conseguido que nos interesemos por los tejemanejes de los que nos gobiernan. 

Pero en esta ocasión vengo a hablaros de una bastante menos conocida, pese a haberse hecho en 2011 con el Premio BAFTA a mejor serie de TV: la danesa Borgen. Para los que no hayan oído hablar todavía de ella, se podría decir (como hace Filmaffinity) que versa sobre el trabajo como Primera Ministra de Dinamarca de Birgitte Nyborg, un personaje ficticio que encarna a la líder del Partido Moderado (absteneos de relacionarlo con los que se autodenominan “moderados” en España, que nada que ver), pero lo cierto es que la serie va mucho más allá.

Así, no se limita a presentarnos un fresco de la política danesa, sino que se afana en ofrecernos una visión realista de las interioridades del poder, cosa que se agradece. A diferencia de House of Cards, en la que los políticos son poco menos que unos misántropos, en Borgen los protagonistas son seres de carne y hueso, cada uno con sus motivaciones y su particular forma de entender el poder. Y, aun así, la serie no deja espacio para la idealización o la demonización: poco después de alzarse como Primera Ministra a través de una inestable coalición, Birgitte tiene que abandonar su ingenuidad de primeriza para enfrentarse a su primera crisis de gobierno, durante la que se cuestiona si realmente es diferente de sus predecesores y si es posible cambiar algo desde dentro, siendo fiel a su ética personal, cuando hay tantos intereses en juego.

Dicho esto, otro de los puntos más sobresalientes de esta primera temporada es la reivindicación de la importancia de los medios de comunicación, capaces de orientar la opinión pública. De este modo, la serie dedica toda una subtrama no sólo al trabajo de los periodistas, sino también al de los asesores de prensa, a través de las figuras de Katrine, una joven reportera algo idealista que continuamente sacar a relucir su responsabilidad como periodista a la hora de mantener alerta al ciudadano, y del carismático jefe de comunicaciones de la Primera Ministra, Kasper Juul, que ilustra a la perfección el pragmatismo del hombre “hecho a sí mismo”, del emprendedor sin escrúpulos.

Y, finalmente, me gustaría destacar que esta serie profundiza en cuestiones de rabiosa actualidad, como son la existencia de una casta que se perpetúa, la situación de los indígenas en países como Groenlandia, la malversación de fondos, el poder de las grandes empresas, las relaciones internacionales, el espionaje industrial y el terrorismo; sin olvidar una cuestión esencial en los tiempos que corren: el feminismo. Como es de suponer, no es baladí que el personaje principal sea la primera mujer en ostentar el cargo de Primer Ministro de Dinamarca: a lo largo de esta primera temporada, veremos cómo trata de potenciar la visibilidad de la mujer a través de las listas paritarias, pero también cómo se esfuerza por conciliar su vida profesional con la familiar, y el trato que reciben ella y las mujeres que la rodean por parte de sus compañeros.

En definitiva, la serie tiene la virtud de ofrecer al espectador una visión poliédrica del poder, que a día de hoy no tiene tres caras, como pretendía Montesquieu, sino cinco, haciéndole reflexionar sobre el papel de la política y de los medios de comunicación en una sociedad como la actual, al mismo tiempo que le mantiene entretenido con el drama humano que atraviesan los protagonistas en un entorno tan bello como frío, que enmarca a la perfección un escenario donde el ansia de dominación extiende sus tentáculos hasta las relaciones de pareja.


 Dinamarca. 2010. T.O.: BorgenDirector: Adam Price (Creator), Mikkel Nørgaard, Annette K. Olesen, Louise Friedberg, Rumle Hammerich, Søren Kragh-Jacobsen, Jannik Johansen, Jesper W. Nielsen. Música: Halfdan EFotografía: Magnus Nordenhof Jønck, Eric Kress, Lars Vestergaard, Lasse Frank Johannessen, Rasmus Heise.  Productora: DR Fiktion. Reparto: Sidse Babett Knudsen, Birgitte Hjort Sørensen, Pilou Asbæk, Mikael Birkkjær, Freja Riemann, Emil Poulsen, Thomas Levin, Søren Malling, Christoph Bastrup. Duración: 58 minutos. Drama. Política.

sábado, 19 de septiembre de 2015

Ma ma


"Se pasa de madre"



Tras cinco años desde su última película, Habitación en Roma, Julio Medem vuelve a la cartelera con un dramón lacrimógeno que no me acaba de convencer.  A diferencia de los temas presentes en films anteriores, entre los que se encuentran Ardilla Roja, Los amantes del círculo polar y Lucía y el sexo, entre otros, esta vez se ha decantado por explorar el universo de la mujer madre hasta la muerte y el amor por compasión. Una lástima que esta película, pese a destilar el buen gusto y la delicadeza que le caracterizan y pese a reivindicar la belleza y la fortaleza del sexo femenino (otro de sus rasgos distintivos), no esté a la altura del resto de su filmografía.

En efecto, desde el principio del largometraje se percibe el dramón que vamos a presenciar: Medem le da mucha importancia a la cuestión del cáncer y a la gran función de madre que ejerce la protagonista, Magda (Penélope Cruz), a la que no me la llego a creer para nada, ya que es un continuo quiero y no puedo. Si hubiese sido otra actriz os aseguro que me hubiese conmovido. Pero es que en muchos momentos tiene más cara de demente que de enferma de cáncer, y que su personaje tome decisiones ilógicas con tal de aumentar el drama no ayuda.

Por otro lado, me hace gracia el papel que interpreta Luis Tosar, ya que, a pesar de lo tópico-épico que resulta, el actor es capaz de desplegar una interpretación excepcional, haciendo gala (una vez más) de su versatilidad: lo mismo se mete en la piel de un preso o de un maltratador que encarna a un entrañable padre protector.

Otro personaje que no me acaba de encajar (y cuya actuación, en este caso, no le excusa) es el del ginecólogo de Magda, Julio (Asier Etxeandia) hoy conocido por la serie Velvet (2014) de Antena 3. Este es un frustrado cantante que no sabe cantar, puede parecer gracioso en un principio, pero acaba resultando ridículo. Por no hablar de la relación inverosímil que mantiene con la protagonista, puesto que rara vez un médico puede llegar a esos niveles de confianza con su paciente.

Para terminar, Medem también ha querido incrustar el personaje de Natasha, una niña angelical que fluctúa entre la fantasía y la realidad, ya que la presenta como un espíritu pero en realidad sí que existe. Y aunque esto puede sonar muy “Medem”, puesto que en otras de sus películas vemos personajes que se desdoblan o personajes que mueren en condiciones muy extrañas, en este caso no encaja por ningún lado.

En fin, está claro que el propósito de Julio Medem con esta película ha sido hacer un canto a la vida y un elogio a la maternidad y a la fortaleza de las mujeres, pero la forma y los personajes echan a perder lo que podría haber sido un gran film.





España. 2015. T.O.: ma ma. Director: Julio Medem. Guión: Julio Medem. Música: Alberto Iglesias. Fotografía: Kiko de la Rica.  Productora: Morena Films. Reparto: Penélope Cruz, Luis Tosar, Asier Etxeandia, Teo Planell, Silvia Abascal, Mónica Sagrera, Àlex Brendemühl, Ciro Miró, Jon Kortajarena . Duración: 111 minutos. Drama. Enfermedad